La Utilización de las Tecnología de la Información en Psicología Clínica: Mejorando la Salud Mental para Todos

Paremia

"Incluso cuando no es completamente alcanzable, nos convertimos en mejores al perseguir una meta más alta". Viktor Frankl (1905-1997), neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco.

Descarga en formato PDF

Descargar artículo divulgativo (PDF)

Descarga en formato eBook y Kindle

Conferencia en video (Canal 56)

Articulo divulgativo

Resumen — Los problemas de salud mental afectan a un gran número de personas en todo el mundo y tienen importantes consecuencias negativas, tanto para las personas que los padecen como para la sociedad en general. La salud mental está reconocida como un derecho humano básico y resulta fundamental para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. Afortunadamente, existen ya excelentes tratamientos psicológicos que han demostrado ser eficaces; sin embargo, los sistemas de atención a la salud mental en todo el mundo tienen importantes deficiencias. El resultado es que la mayoría de las personas que sufren trastornos mentales no recibe ningún tratamiento o no recibe el tratamiento que necesita. En numerosos lugares no existen servicios de salud mental y, aun cuando esos servicios están disponibles, suelen ser inaccesibles o inasequibles. Las TIC (internet, realidad virtual, realidad aumentada, sensores, teléfonos inteligentes, redes sociales…) han demostrado su utilidad para ayudar a solucionar este problema y suponen una esperanza para llegar de forma eficaz y eficiente a todas las personas que lo requieran, mejorar los servicios de salud y disminuir o eliminar la carga asociada a padecer trastornos mentales.

Palabras clave — salud mental, trastornos mentales, tratamientos psicológicos, sistemas de atención a la salud mental, TIC.

LA SALUD MENTAL

La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2004, 2022) defiende que la salud mental es mucho más que la ausencia de trastornos mentales. Es un estado de bienestar que permite a las personas afrontar las tensiones de la vida, desarrollar sus capacidades, aprender y trabajar de forma productiva y útil, así como contribuir a su comunidad. Sin duda, se trata de un componente integral del bienestar, que sustenta nuestras capacidades para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en que vivimos. La salud mental se reconoce como un derecho humano básico, un aspecto crucial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico. Por tanto, la salud mental se convierte en el aspecto central del bienestar humano y del funcionamiento efectivo, ya sea para un individuo en particular o para la sociedad en general.
Los trastornos mentales incluyen un amplio conjunto de problemas como: la depresión mayor, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno de pánico, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de ansiedad social, los trastornos de personalidad, etc. Cada uno de ellos puede perturbar notablemente la vida de cualquiera de nosotros, con independencia de la edad, etnia, religión, cultura o nivel socioeconómico y alterar de forma muy importante nuestros procesos de pensamiento, sentimientos, estado de ánimo y la forma de relacionarnos con otros. Además, no son el resultado de falta de carácter, debilidad personal o de fuerza de voluntad. Los datos resultan escalofriantes, según la OMS (2022) y otros informes recientes (Freeman, 2022) los problemas de salud mental son la principal causa de discapacidad en todo el mundo y explican más de un tercio de la discapacidad total. Los datos indican que 1 de cada 8 personas padece un trastorno mental, siendo la depresión y los problemas de ansiedad los más comunes. En cuanto a costes, estos problemas representan un tercio de todas las consultas en atención primaria en Europa, la gran mayoría son tratados por el medico de medicina general y sólo una pequeña proporción de pacientes es visto por personal especializado en salud mental. Conviene subrayar que, sin un adecuado tratamiento, las consecuencias de padecer algún trastorno mental pueden resultar devastadoras, tanto para el individuo como para la sociedad: discapacidades innecesarias, desempleo, abuso de sustancias, personas sin hogar, encarcelaciones inadecuadas, suicidio, vidas completamente desaprovechadas o totalmente perdidas (Wang et al., 2005).
La buena noticia es que ya existen excelentes alternativas de tratamiento. La mayoría de las personas con diagnóstico de algún trastorno mental puede experimentar una notable mejoría y una importante recuperación. Para ello, resulta fundamental identificar cuanto antes el problema, establecer un correcto diagnóstico y aplicar un adecuado tratamiento (Brown, 2018), un tratamiento que haya demostrado ser eficaz. Sin embargo, desgraciadamente, los datos de nuevo son desesperanzadores (OMS, 2022): los sistemas de atención a la salud mental tienen importantes deficiencias en todo el mundo. Se da prioridad a otros problemas de salud en detrimento de los trastornos mentales; los presupuestos de salud mental, sistemáticamente, carecen de suficientes fondos, ya que se dedica menos del 2% de los presupuestos de atención de salud a la salud mental; y más del 70% del gasto en salud mental sigue destinándose a los hospitales psiquiátricos. El resultado es que la mayoría de las personas que sufren trastornos mentales no recibe ningún tratamiento o no recibe el tratamiento que necesita. En numerosos lugares no existen servicios formales de salud mental y, aun cuando esos servicios están disponibles, suelen ser inaccesibles o inasequibles.

LOS TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS BASADOS EN LA EVIDENCIA

Como he señalado, existen ya numerosos Tratamientos Psicológicos Basados en la Evidencia (TPBE). El hito fundamental de los TPBE se inició con la creación en 1993 de un Grupo de Trabajo de la División de Psicología Clínica de la American Psychological Asociation, que elaboró un informe sobre la Promoción y la Diseminación de Procedimientos Psicológicos, que tenía como objetivo identificar los tratamientos psicológicos que hubieran demostrado eficacia. Los planteamientos fundamentales de estos avances se recogieron en un excelente libro compilado conjuntamente por un psicólogo Peter Nathan y un psiquiatra Jack Gorman (Nathan y Gorman, 1998), que ya va por la cuarta actualización (Nathan y Gorman, 2015). En el libro, se presentan en distintos capítulos una serie de tratamientos, tanto farmacológicos como psicológicos, que han demostrado ser eficaces para distintos trastornos mentales. En estos momentos, existe ya una larga lista de TPBE para distintos trastornos psicológicos; aunque, claro está, dicha lista no es, ni mucho menos, definitiva y el trabajo de investigación, análisis y recopilación de datos sigue en marcha.
Los TPBE han supuesto un notable avance en Psicología Clínica y podemos afirmar que numerosos trastornos mentales han sido vencidos. Esto ha dado lugar a importantes logros en este campo. Por una parte, desde su aparición hace más de 30 años, la cantidad de estudios de resultados de los tratamientos ha crecido de forma exponencial, también ha aumentado de forma notable el rango de problemas mentales que se han abordado, así como la calidad de la evidencia disponible. Por otra, los TPBE suponen una mayor protección de la sociedad en general ya que, además de las recomendaciones por parte de las agencias de salud y las guías clínicas, la sociedad ha empezado a conocer su existencia y a exigirlos, y este aumento en la “cultura” acerca de los TPBE ha animado a los profesionales a formarse y a adquirir las habilidades necesarias para poder aplicarlos (Botella, 2011).

EL PROBLEMA DE LA DISEMINACIÓN DE LOS TPBE

Sin embargo, en estos momentos los TPBE siguen teniendo importantes retos a los que hacer frente, aquí me centraré en un aspecto fundamental, el problema de la diseminación ya que, aun existiendo excelentes tratamientos éstos no llegan a todos los que lo necesitan. Por el momento, sigue observándose una notable la escasez de profesionales bien formados (McHugh y Barlow, 2010) y, como consecuencia, más del 50% de personas que padecen trastornos mentales no recibe la ayuda que necesitan (Bebbington et al., 2000). Afortunadamente, ya se han dado algunos pasos para hacer frente a este problema.
En un trabajo seminal, que ha tenido una notable influencia, Kazdin y Blase (2011) denunciaron esta situación. Fundamentalmente, llamaron la atención sobre el modelo dominante de prestación de ayuda, esto es, cómo se proporciona el tratamiento. En Psicología Clínica ha predominado y sigue predominando la terapia individual llevada a cabo con un paciente (niño o adulto), una familia o un grupo, que Kazdin y Blase denominan el modelo one-to-one. Modelo que, según estos autores, resulta claramente insuficiente y, por tanto, es necesario desarrollar nuevas estrategias para poder ayudar a todos aquellos que lo necesiten. En su opinión, simplemente, aumentar el número de profesionales no es la solución (aunque sería también necesario). En primer lugar, dado el ingente número de personas que necesitan ayuda, doblar o triplicar el número de clínicos tendría poco impacto; además, los profesionales preparados para prestar ayuda suelen situarse en determinadas áreas geográficas, por tanto, ciertos grupos de personas o personas que vivieran en ciertos lugares nunca recibirían ayuda. En resumen, se necesitan más profesionales; pero, sobre todo, es necesario desarrollar nuevos modelos de actuación si el objetivo es proporcionar ayuda a todos los que la necesitan.

LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y LA COMUNICACIÓN

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) han cambiado el mundo y la forma en que nos relacionamos y la Psicología Clínica también se ha beneficiado de estos avances. De hecho, los ordenadores se utilizaron hace años en el campo de los tratamientos psicológicos, Isaac Marks fue pionero defendiendo su utilidad (Marks, Shaw y Parkin, 1998) y nuestro grupo también insistió hace años en las ventajas que puede tener su uso en Psicología Clínica (Botella, Perpiñá, Baños y García-Palacios, 1998). Se entiende pues que el propio Kazdin (2015) apele a la utilidad de la tecnología para mejorar la situación actual de la salud mental e insista en que necesitamos tratamientos con las siguientes características:

1. Gran alcance: Que tengan la capacidad de ayudar a muchas personas, incluidas las que normalmente no buscarían o recibirían tratamiento.
2. Escalables: Que puedan aplicarse a gran escala o, al menos, a mayor escala que la terapia individual.
3. Asequibles: Con un coste relativamente bajo, en comparación con el tratamiento habitual.
4. Convenientes: Que permitan una mayor integración de la intervención en la vida cotidiana de la persona.
5. Extensibles: Sea posible llevar el tratamiento a lugares y entornos cotidianos en los que es probable que las personas necesitadas de ayuda participen o asistan ya.
6. Aceptables por parte de los consumidores (ya sean pacientes o clientes potenciales y terapeutas): Esto es, que los consumidores juzguen que el tratamiento es apropiado y razonable como intervención.
7. Flexibles: Que permitan distintas opciones o elecciones de cómo se prestan los servicios, ya que no existe un único modelo de prestación que sea adecuado para todos.
8. Permitan la utilización de para-profesionales: Esto es, sea posible aumentar el número de personas que pueden proporcionar el tratamiento.

En la misma línea, apelando a las ventajas del uso de la tecnología, se pronunció la Comisión de Psiquiatría “The Lancet” en un importante trabajo (Holmes et al., 2018) defendiendo que las TIC pueden transformar la disponibilidad y eficacia de los tratamientos psicológicos y señalando el notable auge de los enfoques de eHealth y mHealth que utilizan TIC (p. ej., Internet, Realidad Virtual, Realidad Aumentada, Serious Games, sensores, redes sociales, etc.) y aplicaciones móviles e inalámbricas (p. ej., teléfonos inteligentes, mensajería de texto, imágenes).
Como he defendido reiteradamente (Botella, 2011), estos avances marcan una nueva era. La tecnología ofrece enormes posibilidades para innovar en el campo de los tratamientos psicológicos, para adaptarlos a la vida cotidiana de las personas que los utilizan y para mejorar el acceso a la prestación de ayuda a millones de personas. Shore et al., (2020) tienen razón, en las últimas décadas, las TIC se han desarrollado a un ritmo vertiginoso y utilizando distintas TIC se han logrado notables mejoras e innovaciones en el ámbito de los tratamientos psicológicos. En principio, estas herramientas pueden servir como dispositivos de comunicación que proporcionan acceso a nuevas formas de interacción a distancia, como estrategias de simulación para crear mundos o experiencias virtuales, o como dispositivos de recogida y manejo de datos. Esto es, se trata de utilizar cualquier artilugio basado en las TIC que pueda ayudar a mejorar el ámbito de la Psicología Clínica en general, y el de los tratamientos psicológicos en particular. Al menos, recordaré aquí una serie de avances fundamentales:
(1) La Realidad Virtual y la Realidad Aumentada.- La incorporación de estas TIC a la práctica clínica comenzó hace más de 30 años (Botella, Perpiñá, Baños y García-Palacios 1998). Las primeras aplicaciones en contextos clínicos eran entornos no totalmente inmersivos y bastante rudimentarios, aunque incluso así permitían experimentar al usuario la “sensación de estar” en un mundo diferente y producir una experiencia extremadamente cercana a la realidad. Las intervenciones basadas en RV y RA se han utilizado con éxito en el tratamiento de distintos trastornos mentales, los datos las revisiones sistemáticas y de meta-análisis confirman su eficacia (Opris et al., 2012) y que no producen efectos colaterales negativos (Fernández-Álvarez et al., 2019). Por ello, se comprende que Freeman et al., (2017) subrayen el poder de la RV al permitir someter a prueba cosas que no son fácilmente practicables en el mundo real y hacer que el mejor tratamiento pueda estar disponible para muchas más personas, todo ello justifica su afirmación acerca de la “revolución” que va a producir la RV en el campo de los tratamientos psicológicos. Nuestro grupo ha contribuido a esta línea de investigación desarrollando y sometiendo a prueba numerosas aplicaciones de RV y RA para el tratamiento de distintos trastornos mentales y condiciones médicas (Botella, 2011).
(2) La utilización de Internet.- Otro importante desarrollo ha sido la posibilidad de proporcionar ayuda a distancia por medio de Internet, ya que esta TIC permite poner en contacto a los pacientes con los profesionales de la salud, ya sea con fines diagnósticos o de tratamiento, o para la transmisión de información, la investigación o cualquier otra actividad relacionada con el cuidado de la salud. En este contexto, han surgido distintas denominaciones: telepsicología, terapia computerizada, tratamiento por chat, intervención basada en la web, o términos ingleses que han tenido bastante aceptación como e-health, m-health o digital health; aunque parece que el consenso más importante se ha logrado con el término: intervenciones psicológicas administradas por Internet (Internet-delivered psychological interventions- (Smoktunowicz et al., 2020). Se trata de programas de intervención, basados en protocolos de TPBE, adaptados para poder ser aplicados por Internet.
El primer programa desarrollado para ser totalmente auto aplicado por medio de Internet y que incluía distintos elementos multimedia (vídeos, viñetas, audios, texto…) se llamó “Háblame” y lo diseñó nuestro grupo para el tratamiento del miedo a hablar en público (Botella et al., 2000). Pronto se diseñaron otros programas para problemas como: estrés post-traumático, fobia social, duelo complicado, depresión, trastorno de pánico, dolor crónico etc., que se sometieron a prueba y los resultados indican que estos programas son eficaces (Anderson et al., 2019). Nuestro grupo ha contribuido también a esta línea de investigación con distintos protocolos de intervención de TPBE, con mayor o menor apoyo por parte del clínico (Botella, 2011). Estos avances han demostrado ser claves para proporcionar servicios de gran calidad, eficaces a un coste asumible y, por tanto, se ha confirmado que Internet puede desempeñar un papel único en la prevención y la promoción de la salud mental.
(3) Los dispositivos móviles.- Los teléfonos inteligentes no son no sólo nuevas TIC, para la Psicología Clínica suponen mucho más. Miller en su Smartphone manifiesto (Miller, 2012) defiende la utilidad de los teléfonos inteligentes, porque son: “Omnipresentes, discretos, íntimos, sensoriales, computacionalmente potentes y accesibles a distancia, por tanto, ofrecen un enorme potencial para recopilar datos precisos, objetivos, de forma sostenida y ecológicamente válida, sobre los comportamientos y experiencias del mundo real de millones de personas allí donde se encuentran…” (pág. 221). Sin duda, estos dispositivos móviles están revolucionando la práctica clínica al facilitar la recogida de datos y aumentar el alcance de la prestación de ayuda. En la actualidad, hay literalmente miles de aplicaciones para teléfonos inteligentes que tratan problemas de salud mental y los datos sugieren que este tipo de intervenciones pueden ser útiles para tratar problemas, como la depresión o la ansiedad (Colombo et al., 2020). Sin embargo, por el momento, en este campo sigue existiendo una importante brecha entre la investigación y la práctica clínica, las aplicaciones que cuentan con apoyo empírico no se utilizan de forma rutinaria y las que son muy populares, generalmente, no han sido sometidas a prueba (Torous et al., 2018).
En definitiva, todos estos avances tecnológicos están cambiando la estructura de los tratamientos psicológicos y la forma de aplicarlos. Los protocolos de intervención psicológica basados en TPBE y aplicados por medio de distintas TIC pueden ofrecer ayuda a la persona todo el tiempo que sea necesario y en el momento que lo necesite. Sin duda, estos avances suponen una esperanza para llegar de forma eficaz y eficiente a todas las personas que lo requieran, amplificar los servicios de salud y disminuir o eliminar la carga asociada a padecer trastornos mentales.

CONCLUSIONES

• La salud mental es un aspecto fundamental del bienestar humano.
• Existen excelentes tratamientos psicológicos basados en la evidencia para distintos trastornos mentales.
• Estos tratamientos no llegan a todas las personas que los necesitan.
• La salud mental está desatendida en los sistemas de salud en todo el mundo.
• Las TIC han demostrado ser de gran ayuda para mejorar el campo de los tratamientos psicológicos.
• Las TIC han demostrado ser una esperanza para llegar de forma eficaz a todas las personas que lo requieran

REFERENCIAS

[1] Andersson G., Carlbring P., Titov N., y Lindefors N. (2019) Internet interventions for adults with anxiety and mood disorders: a narrative umbrella review of recent meta-analyses. Canadian Journal of Psychiatry. 64(7), 465–470. doi: 10.1177/0706743719839381.
[2] Bebbington, P., Brugha, T., Meltzer, et al., (2000) Neurotic disorders and the receipt of psychiatric treatment. Psychological Medicine, 30, 1369-1376.
[3] Botella, C. (2011). Tratamientos psicológicos y salud mental (289 pp.). Castellón de la Plana: Publicacions de la Universitat Jaume I. ISBN: 978-84-8021-840-5.
[4] Botella, C., Baños, R. M., Guillén, et al., (2000). Telepsychology: Public speaking fear treatment on the Internet. CyberPsychology & Behavior, 3(6), 959-968. DOI: 10.1089/109493100452228.
[5] Botella, C., Perpiñá, C., Baños, R. y García-Palacios, A. (1998). Virtual reality: A new clinical setting lab. Studies in Health Technology and Informatics, 58, 73-81
[6] Brown, J.S.L. (2018) Increasing access to psychological treatments for adults by improving uptake and equity: rationale and lessons from the UK. International Journal of Mental Health Systems, 12, 67. https://doi.org/10.1186/s13033-018-0246-7
[7] Colombo, D., Fernández-Álvarez, J., Patané, A., … Botella, C. (2020). Technology-Based Ecological Momentary Assessment and Intervention for Major Depressive Disorder: A Systematic Review. Journal of Clinical Medicine, 8, 465. doi:10.3390/jcm8040465
[8] Fernández-Álvarez J, Rozental A, Carlbring P, … Botella C. (2019) Deterioration rates in Virtual Reality Therapy: An individual patient data level meta-analysis. Journal of Anxiety Disorders. 61, 3-17. doi: 10.1016/j.janxdis.2018.06.005.
[9] Freeman M. (2022) The World Mental Health Report: transforming mental health for all. World Psychiatry, 21(3), 391-392. doi: 10.1002/wps.21018.
[10] Holmes, E., Ghaderi, A., Harmer, C., et al., (2018) The Lancet Psychiatry Commission on psychological treatments research in tomorrow’s science. Lancet Psychiatry. 5, 237-286. doi: 10.1016/S2215-0366(17)30513-8.
[11] Kazdin, A. (2015). Technology-based interventions and reducing the burdens of mental illness: Perspectives and comments on the special series. Cognitive and Behavioral Practice, 22, 359-366. doi.org/10.1016/j.cbpra.2015.04.004
[12] Kazdin A., y Blase, S. (2011). Rebooting psychotherapy research and practice to reduce the burden of mental illness. Perspectives on Psychological Science, 6, 21-37. doi.org/10.1177/1745691610393527
[13] Marks, I., Shaw, S., y Parkin, R. (1998) Computer ¬assisted treatments of mental health problems. Clinical Psychology Science and Practice, 5, 151-¬170
[14] McHugh, R., y Barlow, D. (2010) The dissemination and implementation of evidence-based psychological treatments. A review of current efforts. American Psychologist, 65, 73-84. doi: 10.1037/a0018121.
[15] Miller, G. (2012). The smartphone psychology manifesto. Perspectives on Psychological Science, 7(3), 221-237. https://doi.org/10.1177/1745691612441215
[16] Nathan, P. E., y Gorman, J. M. (Eds.) (1998). A guide to treatments that work. London: Oxford University Press.
[17] Nathan, P. E., y Gorman, J. M. (Eds.) (2015). A guide to treatments that work. 4th edition London: Oxford University Press.
[18] Opris, D., Pintea, S., García-Palacios, A., Botella, C., Szamosközi, S., y David, D. (2012). Virtual reality exposure therapy in anxiety disorders: A quantitative meta-analysis. Depression and Anxiety, 29(2), 85-93. DOI: 10.1002/da.20910.
[19] Organización Mundial de la Salud. Promoting mental health: concepts, emerging evidence, practice. Ginebra: Organización Mundial de la Salud; 2004
[20] Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la salud mental en el mundo. Transformar la salud mental para todos. Ginebra: Organización Mundial de la Salud, 2022
[21] Shore, J., Schneck, C., Mishkind, M. (2020) Telepsychiatry and the Coronavirus Disease 2019 Pandemic-Current and Future Outcomes of the Rapid Virtualization of Psychiatric Care. JAMA Psychiatry. 77(12):1211–1212. doi:10.1001/jamapsychiatry.2020.1643
[22] Smoktunowicz, E., Barak, A., Andersson, G., et al., (2020). Consensus statement on the problem of terminology in psychological interventions using the internet or digital components. Internet Interventions, 21, 100331. doi:10.1016/j.invent.2020.100331.
[23] Torous J, Wisniewski H, Liu G, Keshavan M. (2018) Mental Health Mobile Phone App Usage, Concerns, and Benefits Among Psychiatric Outpatients: Comparative Survey Study. JMIR Mental Health. 16, 5(4):e11715. doi: 10.2196/11715.
[24] Wang PS, Berglund P, Olfson M, Pincus HA, Wells KB, Kessler RC. (2005) Failure and delay in initial treatment contact after first onset of mental disorders in the National Comorbidity Survey Replication. Archives of General Psychiatry. 62(6), 603-13. doi: 10.1001/archpsyc.62.6.603.

AUTORA

CRISTINA BOTELLA NARBONA, Doctora en Psicología por la Universidad de Valencia, obtuvo el premio extraordinario de doctorado en 1983. Profesora Titular en 1986 en esta misma universidad. Ganó la cátedra en el Área de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos en la Universidad de Murcia en 1992 y, desde 1994 es catedrática en el Departamento de Psicología Básica de la Universitat Jaume I (UJI) y, en estos momentos, es Profesora Emérita de esta universidad. Ha sido directora del máster de Psicología General Sanitaria y directora del Programa de Doctorado de Psicología. Es también directora de LabPsitec (www.labpsitec.es) y fue responsable de uno de los grupos pertenecientes a la acción CIBER “Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición”. Su línea principal de investigación se centra en el desarrollo de aplicaciones basadas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) para la promoción de la salud y el bienestar.
Ha sido investigadora principal en más de 40 proyectos de investigación y ha publicado más de 300 artículos en revistas científicas y presentado más de 400 trabajos en congresos nacionales e internacionales. Ha recibido distintos reconocimientos: “eEurope Awards for e-health” (2004); “Premio Protagonistas de la Ciencia y la Investigación de Onda Cero Radio” (2007); premio a la excelencia en la Investigación en TICs y Terapia Psicológica del “Annual CyberTherapy Excellence in Research Award” (2008); premio de Investigación del Consejo Social de la Universidad Jaume I (2009); premio de Investigación de la Fundación Lafourcade-Ponce (2010); premio en la Estrategia NAOS en el ámbito sanitario (2010); premio a la Diseminación Científica del Banco de Santander (2011); premio William Evans Visiting Fellow Award en la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) (2012); premio LLGA Cities Pilot the Future, por el proyecto “Butler, improving elderly wellbeing” (San Francisco, EEUU) (2013). Young minds research award. 19th Annual Cyberpsychology, Cybertherapy & Social Networking conference. Washington (2014). Premio Radio Castellón, categoría sanidad (2014); Reconocimiento otorgado por Les Corts de les Dones de la Comunidad Valenciana por sus aportaciones para el avance de la inclusión de la mujer en el ámbito científico (2019); Premio “Mujer del Mediterráneo” otorgado por el periódico Mediterráneo y el banco de Sabadell (2019).
Ha dirigido 30 tesis doctorales, todas ellas con la calificación de Sobresaliente Cum Laude. Muchas de ellas corresponden a alumnos que han disfrutado de becas de FPI o FPU o similares. Ha tutelado más de 40 becas o contratos de jóvenes investigadores asociados a proyectos de investigación. Fue presidenta electa de la Association of CyberPsychology, Training & Rehabilitation. Pertenece al comité editorial de más de 20 revistas y es revisor externo de más de 30 organizaciones científicas. Cristina Botella lleva más de 25 años investigando las posibilidades que las TICs pueden ofrecer a la Piscología Clínica. Sus trabajos demuestran que estas herramientas (Realidad Virtual, Realidad Aumentada, Internet, dispositivos móviles, etc.) pueden ser utilizadas de forma eficaz y eficiente para la evaluación y el tratamiento de distintos problemas psicológicos.